sábado, 14 de marzo de 2009

La hiperinflación alemana


El señor Klemperer vivía de una pequeña renta como veterano de guerra y de sus contratos temporales como profesor. Anotaba meticulosamente en sus diarios los gastos que tenía, y, como la gran mayoría de los alemanes, sufrió enormemente las subidas de precios de inicios de los 20.
Al señor Klemperer le gustaba mucho el cine. El lunes 28 de agosto, Klemperer anota que unas semanas antes había obtenido diez entradas de cine por 100.000 marcos (su sueldo era ya de más un millón de marcos en mayo). Ayer tarde –continúa-, quise comprar una nueva reserva. Las filas del centro del patio de butacas costaban 300.000 marcos. Y se había anunciado ya para el jueves, tres días después, otro aumento de precio más. Klemperer explicaba el 9 de octubre: “nuestra salida al cine de ayer costó 104 millones, incluido el transporte”. Esta situación le puso al borde de la desesperación, como a muchos otros.

Imaginaos sentaros en una cafetería donde el café vale 5000 marcos pero que, a la hora de pagar, el camarero te pide ya 8.000. Un kilo de pan de centeno, básico en la dieta alemana, costaba 163 marcos en enero de 1923, más de diez veces ese precio en julio, 9 millones de marcos el 1 de octubre, 78.000 millones de marcos el 5 de noviembre y 233.000 millones de marcos quince días después, el 19 de noviembre.

(información extraida de Richard J. EVANS La llegada del Tercer Reich (Península, 2005)



Las imágenes que acompañan este texto son suficiente ilustrativas para reflejar el valor de la moneda alemana del momento.





















Esta situación de hiperinflación no es exclusiva de la Alemania de posguerra. Ya citamos en una entrada del curso pasado la situación actual de Zimbawe





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